La historia del anime
El género de animación de origen
japonés, comienza en la segunda década del siglo XX, con una serie de
cortometrajes similares a los encontrados en otros países, influenciados por
las obras de Disney en gran parte. Algún tiempo tras la Segunda Guerra Mundial,
empezaron a surgir grandes compañías dedicadas tanto a las series televisivas
como a los largometrajes, entre las que destaca Toei. Aunque muchas siguieron
en activo en las últimas década del siglo XX, y siguen al principio del siglo
XXI, una serie de directores y creadores de historias han alcanzado renombre
propio en este género, bien por obras de gran fama, como Katsuhiro Ōtomo con
Akira o Akira Toriyama con Dragon Ball, como por sus largas y premiadas
trayectorias, como Hayao Miyazaki.
PRIMEROS TRABAJOS
En el plano internacional, en
1906, aparece la primera película de animación, Humorous Phases of funny face,
del productor americano James Stuart Blackton. En 1908 aparece en Francia
Fantasmagorie, del dibujante Emile Cohl y producida por Gaumont. Este tipo de
películas de animación llegan a los cines japoneses hacia 1910. Entre 1914 y
1917 se exhibieron unas 93 películas de animación extranjeras, siendo las
americanas las de mayor popularidad. Ante tal fenómeno, los productores
japoneses comenzaron a plantearse la realización de cine de animación nacional.
La primera manifestación de la animación en el país nipón de la animación,
Katsudō Shashin, está fechada en el año 1907. Se trata de un pequeño fragmento
de 4 segundos de duración descubierto en 2005. Sin embargo, fue la compañía
Tennenshoku Katsudō Shashin (Tenkatsu) quien produce la primera manifestación
significativa, al encargar en 1916 al dibujante de manga Ōten Shimokawa una
película del género. En aquella época no existía documentación en Japón sobre
las técnicas de animación, por lo que la tarea de Shimokawa no fue fácil. No
obstante, consiguió realizar el que se considera el primer filme de animación
japonesa, Imokawa Mukuzō Genkanban no Maki —literalmente Mukuzo Imokawa y el
guardián de la entrada—, estrenada en enero de 1917. Por su parte, el pintor de
estilo occidental Seitaro Kitayama, interesado por las películas extranjeras de
animación que veía, presenta un proyecto de realización propia a la compañía
Nippon Katsudo Shashin (Nikkatsu), que ésta acepta encargarle. Kitayama tampoco
era un experto en la animación, pero a base de pruebas y errores, consiguió
terminar Saru Kani Gassen —literalmente La batalla del mono y el cangrejo—,
basada en el cuento popular japonés Saru Kani Gassen, que fue estrenada en mayo
de 1917. Shimokawa y Kitayama comenzaron la realización de sus películas en
1916, coincidiendo con la puesta en marcha del dibujante de manga de corte
político Sumikazu Kouchi, que por encargo ahora de la compañía Kobayashi
Shokai, estrenaría en junio de 1917 Hanawa Hekonai, Meitō no maki —literalmente
Hekonai Hanawa y su nueva espada—, con un samurái como protagonista. La
historia del cine de animación japonés comienza efectivamente en 1917 gracias a
los trabajos de estos tres pioneros, pero no se conserva copia de ninguna de
estas películas por lo que se desconocen otros datos. La de Kouchi fue la más
elogiada de ellas por las críticas de la época, siendo además la primera en
rodarse, aunque se estrenará después de las otras dos. Shimokawa llegó a realizar
cinco películas de animación, pero debido a la sobreexposición y al reflejo
luminoso que conllevaba el proceso, sus ojos experimentaban gran cansancio, por
lo que decidió abandonar este trabajo y volver a dibujar manga. Kouchi también
se apartó del cine de animación tras realizar cuatro películas, pero luego
volvería temporalmente a este campo debido a que personalidades de la esfera
política le encargaron cortos de propaganda. Por el contrario, Kitayama, se
dedicó plenamente a la realización de películas de animación. Comenzó empleando
como ayudantes a jóvenes aspirantes a pintores, a los que enseñaba las técnicas
del dibujo animado. Kitayama, que en 1917 llegó a realizar hasta diez
películas, presenta ese mismo año una película basada en el personaje infantil
Momotarō, que consigue exportar a Francia, convirtiéndose en el primer producto
de animación japonesa que llegó a occidente. Kitayama crea sus propios estudios
de cine en 1921 pero el Gran terremoto de Kantō de 1923 destruyó sus
instalaciones de Tokio, por lo que decide mudarse a Osaka. Allí se aparta de
los dibujos animados para dedicarse a rodar documentales informativos para una
empresa de noticias local. No obstante, la gran importancia de la labor de
Kitayama residirá en haber enseñado las técnicas de la animación a una serie de
jóvenes que proseguirán el trabajo que él empezó. Uno de estos fue Sanae
Yamamoto, cuyo nombre original era Zenjiro Yamamoto. Era un aspirante a pintor
que acudió a trabajar a los estudios de Kitayama, donde quedó fascinado por el
mundo del dibujo animado. Al marcharse su maestro de Tokio, Yamamoto decidió
independizarse y formar sus propios estudios de animación. En 1925 realizó
Ubasute yama —literalmente La montaña donde se abandona a los viejos—, que
tiene como tema el respeto y cuidado de los ancianos. Consiguió el patrocinio
de la Secretaría de Educación para una serie de películas de animación de corte
educativo, y entre sus obras más representativas se encuentran Usagi to Kame
—literalmente El conejo y la tortuga, 1924— y Nippon-ichi Momotarō
—literalmente Momotarō, el número 1 de Japón, 1928—. También de esta época es
Shiobara Tasuke, dirigida por Hakuzan Kimura. Éste trabajaba pintando murales
de anuncio para las salas cinematográficas, pero cambió su profesión para
dedicarse a los dibujos animados, y pronto destacó por sus historias de samuráis.
En 1932 rueda la primera película erótica de la animación japonesa, Suzumi-Bune
—literalmente El paseo nocturno en barco—, que le cuesta ser detenido por la
policía y la confiscación de la película. Kimura, individuo del que se
desconocen muchas cosas, entre ellas las fechas de nacimiento y muerte, se
retiró tras este incidente. Existen rumores de que una copia fue vendida
ilegalmente al extranjero, pero en cualquier caso Suzumi-Bune se convirtió en
una película fantasma, imposible de ver. Al parecer se trataba de un traslado a
la pantalla del mundo erótico creado por los artistas del Ukiyo-e del período
Edo. Otro discípulo de los pioneros —en este caso de Sumikazu Kouchi— fue
Noburō Ōfuji, que empezó la producción de dibujos animados gracias a la ayuda económica
de su hermana mayor, Yae. Su primera película fue Bagudajo no tozoku
—literalmente El ladrón del castillo de Baguda, 1926—. Como material de trabajo
utilizaba el tradicional papel chiyo, popular desde el período Edo, pero sus
colores no pudieron ser recogidos por la fotografía en blanco y negro de la
época. Ōfuji también realizó varias películas de animación con siluetas, como
fue el caso de Kujira —literalmente La ballena, 1927—, cuyas imágenes hizo
acompañar con la música de la ópera Guillermo Tell de Rossini. Ōfuji dedicó
mucho tiempo a estudiar la posibilidad del cine sonoro y en color, y gracias a
la ayuda de su hermana, consiguió realizar casi todas sus películas
prácticamente sólo. En 1923, año del Gran terremoto de Kantō, Yasuji Murata ingresó
en la recién formada Yokohama Cinema Shokai, en principio dedicada a la
importación de películas extranjeras. Murata comenzó a trabajar allí pintando
esporádicamente murales de películas para los cines, pero el presidente de la
compañía le contrató como empleado fijo al ver su talento para el dibujo.
Murata también escribía los rótulos para las películas extranjeras de la
compañía, pero, impresionado por las películas de animación de John Randolph
Bray que aquella importaba, propuso a su presidente la producción propia de
cintas similares. Autodidacta de la materia, Murata escogió una popular
historia infantil para su primera realización, Saru Kani Gassen. Desde entonces
hasta que dejó la compañía en 1937, Murata rodó cerca de 30 películas de
dibujos animados, la mayoría de corte educativo.
DURANTE LA 2 SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
En 1933, Mitsuyo Seo es
contratado por los estudios de Kenzō
Masaoka. Seo era un dibujante que destacó
pronto por la gran rapidez con que realizaba su trabajo, que fue decisiva en la
anteriormente citada Chikara to onna no yo no naka. Seo, que aprendió la
técnica de sonorización de Masaoka, pronto se independizó. Su primera película
fue Osaru no Sankichi bokusen —literalmente Sankichi el mono. Defensa
antiaérea, 1933—, que recibió muy buenas críticas.
El 7 de diciembre de 1941 Japón
ataca la base estadounidense de Pearl Harbour, comenzando su participación en
la II Guerra Mundial. Entonces, la Armada Imperial encargó a Seo una película
de propaganda que realzara los éxitos militares del Japón a los más jóvenes.
Así, con un equipo de cinco personas, Seo realizó la película de dibujos
animados Momotarō
no Umiwashi —literalmente
Las águilas marinas de
Momotarō, 1942—, de 37 minutos de duración, que a pesar de su descarado
carácter propagandístico, tuvo gran éxito entre el público infantil.
La película la protagoniza el personaje de los cuentos infantiles Momotarō, capitán de un portaaviones, y por
perros, monos y perdices que eran los pilotos de aviación. La flota enemiga es dirigida por un personaje de gran
parecido con Bluto, antagonista de Popeye, que se dedica a correr de un lado
para otro huyendo de los ataques japoneses.
Seo entró a formar parte de la
Shochiku Doga Kenkyusho, donde también trabajaba Kenzō Masaoka, y allí vuelve a recibir un encargo de la Armada. En enero de 1942,
el Cuerpo de Paracaidistas de la Armada había descendido sobre la isla de
Sulawesi —Indonesia—, conquistando la base americana, así que se decidió airear
también este primer éxito del cuerpo ante los niños japoneses con otra película
de dibujos. De esta manera se gestó la realización de Momotarō - Umi no Shinpei —Momotarō, dios de las olas, 1943—, con un equipo de 70 personas, el mayor hasta entonces en la
historia de la animación, y
un tiempo total de elaboración
de 14 meses. Finalmente se consiguió toda una superproducción de 74 minutos de
duración, aunque el equipo se había reducido a 25 personas por haber sido
llamado a filas parte del personal masculino y a las fábricas de armamento el
femenino. Terminada la guerra, Seo realizó en 1947 Ōsama no shippo —literalmente La cola del rey—,
vagamente inspirada en el famoso cuento de Hans Christian Andersen El traje
nuevo del emperador, pero la película no se llegó a estrenar. Después de esto,
Seo dejó el cine y se dedicó a dibujar para las revistas de niños, o a diseñar
personajes para adornar la ropa infantil.
En 1933 se estrenó Ugoku-e Kori
no tatehiki —literalmente El duelo del zorro y el tejón en dibujos animados—,
que contaba una historia protagonizada por unos tejones que viven en un templo
budista. Un zorro que ha adoptado la forma de samurái llega al templo,
sucediéndose un duelo de transformaciones entre los tejones y el zorro que
termina con la derrota de este último. Entre los gags que aparecen en la
película, está el del zorro-samurái disparando una ametralladora. El director
fue Ikuo Oishi, quien tras filmar un anuncio en dibujos animados para una
fábrica de chocolate, decidió dedicarse a la realización de cine de animación.
Su obra más representativa fue Futatsu no taiyô —literalmente Los dos soles,
1929—, pero con el estallido de la guerra se dedicó a realizar películas de
instrucción para la Armada. Durante uno de estos trabajos, el barco en el que
volvía de rodar unas tomas en el extranjero es hundido por un submarino
norteamericano, y Ikuo Oishi falleció.
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